miércoles, 30 de enero de 2013

UN GRAN GUAYACAN: EL PADRE ARMANDO HERNÁNDEZ

 UNA VIDA SACERDOTAL AL SERVICIO DE DIOS.
                                                 Autor: Francisco Venegas Castro


El Presbítero Armando Hernández Hernández, Nació el 27 diciembre de 1934 y fue ordenado Sacerdote en la tierra del Santo Cristo de Esquipulas guanacasteco, en la ciudad folklórica de Santa Cruz, el 6 de enero de 1963 por Monseñor Román Arrieta Villalobos. Ha llegado a 78 años de vida y 50 de servicio Sacerdotal.

Este sacerdote se convirtió en el segundo que salía de ese cantón guanacasteco, después del Padre José Daniel Carmona Briceño. Inició sus estudios primarios en la escuela mixta de Arado, luego paso a la escuela Josefina López de Huertas, los estudios de secundaria los realizó en el Liceo José Joaquín Vargas Calvo de San José, durante 8 años curso su preparación sacerdotal en el Seminario Central.

El trabajo pastoral como sacerdote lo ha realizado en Las Juntas de Abangares, Nicoya, Tilaran, Puntarenas, Liberia, Cañas y Arenal. Una vez ordenado, Monseñor Arrieta lo envió a Chile, donde se preparó para realizar una laborar en la formación de catequistas y profesores de religión (Agentes de Evangelización) de la Diócesis de Tilarán.

Su misión también la ha desarrollado como primer Director del Instituto Teológico para Laicos Juan Pablo II, y una entrega total en el grupo pastoral de cursillos. Además, junto a Monseñor Román Arrieta, participo en las Asambleas del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celan), celebrada en Medellín y Puebla, como asesor. Fue de esa participación que lo inspiro para escribir el primer y único catecismo que ha emitido la Diócesis de Tilaran y continúa sirviendo de material de estudio.

Una de sus alumnas, la Profesora Leticia Zeledón Ramírez comenta: “El Padre Armando siempre nos dio el ejemplo de espiritualidad, de santidad, servicio y de mucho amor a la iglesia, lo que aún nos mantiene comprometidos con esa labor. Ese canto tan significativo: TESTIGO, siempre que lo cantamos nuestro pensamiento vuela hacia Dios, y hacia Usted donde nos une un abrazo espiritual”. Este servidor representa la verdadera figura del Sacerdote, tal como Dios ha querido que fuese.

San Pablo en la carta de los hebreos, escribe: “Todo Sumo Sacerdote, tomado de entre hombres, está puesto a los hombres en lo que se refiere a Dios.” (Heb.5, 1).
Solo el que sigue las enseñanzas del Padre, que permanece unido a Su Corazón y que obedece y sufre como Cristo en la Cruz, es el buen pastor; por consiguiente, su rebaño permanece unido y crece en la santidad. “Haré surgir a mi servicio un sacerdote fiel y que obrará según mi corazón y mis deseos. Yo le daré una casa permanente y caminará en mi presencia, como mi consagrado para siempre” (I Sam 2,35).
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Compartimos angustias y motivaciones
Pbro. José Herrera Salas
Ayer 6 diciembre 2012, estuve con mi “hermano mayor”: Armando (Hernández). Fuimos ordenados por Monseñor Arrieta en Tilarán 1963 y 1979.
Allí tomé café en su casa donde comparte con su familia. Todos sabemos por cuánto nos gana, en atenciones y cuidados hacia todos…
Desde que bajé de mi “ganadero” (como le dice al carro que me lleva), estoy seguro que sin reconocerme plenamente, (supongo que su hermana le dijo quien llegaba) dejó la silla, se puso en pie y fue al patio a saludarme.
Se recupera. Come y ejercita bien todos sus miembros. Algunas cosas se le olvidan, entonces sonríe sin preocupación; eso sí, lo que siempre hizo: leer, no lo logra; con esfuerzo distingue rostros y figuras, pero letras, no. Algo escribe, legible sí, sólo que se le corre el renglón.
Después del ratito compartido, ni me despedí de su hermana, porque se estaba alistando para irse a la Hora Santa, él me acompañó casi a la puerta del carro y con sus palabras y gestos de manos me despidió y me bendijo.


Compartimos angustias y motivaciones
Autor:Pbro. José Herrera Salas

Ayer 6 diciembre 2012, estuve con mi “hermano mayor”: Armando (Hernández). Fuimos ordenados por Monseñor Arrieta en Tilarán 1963 y 1979.
Allí tomé café en su casa donde comparte con su familia. Todos sabemos por cuánto nos gana, en atenciones y cuidados hacia todos…
Desde que bajé de mi “ganadero” (como le dice al carro que me lleva), estoy seguro que sin reconocerme plenamente, (supongo que su hermana le dijo quien llegaba) dejó la silla, se puso en pie y fue al patio a saludarme.
Se recupera. Come y ejercita bien todos sus miembros. Algunas cosas se le olvidan, entonces sonríe sin preocupación; eso sí, lo que siempre hizo: leer, no lo logra; con esfuerzo distingue rostros y figuras, pero letras, no. Algo escribe, legible sí, sólo que se le corre el renglón.
Después del ratito compartido, ni me despedí de su hermana, porque se estaba alistando para irse a la Hora Santa, él me acompañó casi a la puerta del carro y con sus palabras y gestos de manos me despidió y me bendijo.

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