miércoles, 30 de enero de 2013

MONSEÑOR EN LA DIRECCION DE ADAPTACION SOCIAL DE LIBERIA


Lo que ya se ha hecho una tradición, nuestro obispo Monseñor Vittorino Girardi, los 25 de diciembre visita a los reclusos en el Centro de Adaptación Social de Liberia.

En este 2012 a las dos de la tarde se presentó junto a los sacerdotes Pbro. Luis Gerardo Cascante, Pbro. Efrén León, y los diáconos permanentes Heriberto Matarrita y Francisco Venegas. En la celebración de la Santa Misa, se mostró muy feliz de poder compartir con los que muchas veces son marginados y olvidados. Con palabras entrecortadas de la emoción que sentía, hizo referencia a la cita bíblica de Mateo 25, 35-36: (Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme).

Dos de los reclusos le dieron el agradecimiento con un poema. Fueron recitados y otro vecino de Casitas de Nicoya, se lo dio escrito y dedicado a la Virgen María.

POEMA A LA VIRGEN

Virgen de las mercedes, doliente madre mía
En busca del consuelo me postro ante tu altar,
Mi espíritu está triste, mi vida está sombría,
Pasaron sobre mi alma las olas del pesar.
Estoy en desamparo, no tengo quien me acoja;
Hay horas en mi vida de bárbara aflicción,
Y solo…siempre solo, no tengo quien recoja
Las lágrimas secretas que llora mi corazón.
Es cierto que del mundo en la corriente impura
Cayeron deshojadas las rosas de mi fe,
Que en pos de mis fantasmas de juvenil locura
corriendo delirante, señora, te olvidé.
Que me cegó el orgullo satánico del hombre,
y en mi alma turbada la duda penetró;
y se olvidó mi labio de pronunciar tu nombre
y de mi mente loca tu imagen se borró.
Es cierto… ¡pero escucha!...de niño te adoraba,
al pie de tus altares mi madre me llevó…
llorando, arrodillado, la historia me contaba,
del Gólgota tremendo cuando Jesús murió.
Y vi sobre tu rostro la angustia y el quebranto,
caía sobre tu frente la sombra de una cruz,
tus lágrimas rodaban y negro era tu manto…
todo un cirio pálido a la siniestra luz.
Más tú eres la esperanza, la luz y el consuelo,
tus ojos levantados suplican al señor,
por los que en prisión se hallan,
tú ruegas por nosotros, ¡Oh, madre del dolor!
En busca de consuelo yo vengo a tus altares
con alma entristecida y amargo corazón;
y pongo ante tus ojos, señora, mis pesares,
y en lágrimas se baña la voz de mi oración.
No mires que olvidando tu imagen y tu nombre
al viento de este mundo mis creencias arrojé,
acuérdate del niño y olvídate del hombre…
mi frente está en polvo… perdóname… pequé

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